sábado, 4 de marzo de 2017

EL VALOR DE LAS PALABRAS, 8/02/2017.

Miércoles 8 de febrero, once de la mañana, Campus María Zambrano.
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Hoy hace tres días que dio comienzo el segundo cuatrimestre, y con él los nuevos profesores, algún que otro nuevo compañero (para nuestra sorpresa) y las nuevas asignaturas. Entre ellas, Comunicación, Educación y Sociedad en el contexto digital. Nadie sabe de qué va, ni muy bien lo que nos esperamos de ella.
En general, buenas impresiones del nuevo profesor, que aún continúan por mayoría absoluta (de momento).
Lo primero que hemos hecho es presentarnos, tras detenernos entre caras de extrañeza a elegir un papel de una pequeña caja que el profesor va pasando por delante de nosotros, cada uno con una palabra diferente. De frente, un documento proyectado con una serie de pasos necesarios para hacer una presentación de cada uno de los que estabamos allí (nombre, procedencia, por qué estamos estudiando en Segovia, qué esperamos de ésta carrera, de ésta asignatura, y cómo valoramos el cuatrimestre anterior). Y es entonces cuando nos damos cuenta de que, al contrario de lo que creíamos, apenas nos conocemos. Comprobamos poco a poco como la causalidad cobra protagonismo, relegando a un segundo plano a la casualidad, y es que, conocerse, va mucho más allá de un primer día de universidad donde crees encontrar un grupo de amigos con los que hablar, compartir actividades fuera de la universidad, y, sobre todo, encontrar cada día a tu lado durante las a veces interminables mañanas de apuntes, pupitre con pupitre.
Es curioso como, tras escuchar nuestras presentaciones, llegamos a la conclusión de que hemos llegado a un mismo sitio, pero por caminos muy diferentes, en distintos momentos de nuestra vida, con o sin fomación profesional anterior, separados por cientos de kilómetros de nuestra casa, incluso miles, alguna persona haciendo escala internacional. 
Y llega el que para mí es el mejor momento de la clase. Toparnos de frente a nuestra palabra y escribir lo que nos inspira. Bofetada de realidad y otra forma de, al igual que antes con nuestros compañeros, seguir conociendo la forma de pensar de cada uno, y lo más sorprendente, la tuya propia. Palabras desde muerte, sufrimiento y vida a un simple teclado, pero todas y cada una de ellas con cierto valor sentimental para todos. El valor de las palabras. Recuerdos del pasado alegres, dolorosos y melancólicos, de futuro y de sueños por cumplir. Y también para generar debate, cómo no, donde a la mayoría nos gusta meter bulla, o simplemente escuchar y decantarnos por una de la posiciones.
Y ahora sí, espectativas iniciales de la asignatura: disfrutar de no coger apuntes convencionales, participar, escuchar a mis compañeros, al profesor y a mí misma, y aprender, sobre todo aprender de manera, al parecer, bastante diferente, aunque lleve bastante trabajo.
Pd: Mi palabra favorita, que, escogida conscientemente, me transmite varias cosas: VALENTÍA.

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